Contar soplos, uno tras otro, con la compañía de su perro. Eso es lo que hace un niño en el anuncio de
Brise Soplo. Estar sentado frente a un ambientador contando los soplos que emite bien podría ayudar al diagnóstico en el chavalín de un
TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo).
La
DSM-IV lo clasifica como un
Trastorno de Ansiedad. Se estima que el TOC tiene una prevalencia mucho mayor de la que hasta ahora se creía bien porque el comienzo de los síntomas es lento y difuso y la persona se acomoda (se acostumbra a vivir así); bien porque el sujeto esconde sus síntomas.
Los rituales desarrollados por las convulsiones son de lo más variopinto, siendo el conteo muy común entre quienes padecen este trastorno, así como el lavado de manos, las verificaciones (comprobar, por ejemplo, tres veces, que se ha cerrado bien la puerta) y el establecimiento de patrones de conducta complejos como por ejemplo disponer los objetos sobre la mesa en un orden particular y con una distribución específica y pautada.
Sin embargo, un trastorno menos conocido pero de gran presencia en la sociedad (y sino juzguen ustedes mismos), es el Trastorno Obsesivo-Compulsivo de la personalidad. Según el Breviario de Criterios Diagnósticos de la DSM-IV-Revisada, se define por:
Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los siguientes ítems:
- Preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista el objeto principal de la actividad.
- Perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas (p.e. es incapaz de acabar un proyecto porque no cumple sus propias exigencias, que son demasiado estrictas)
- Dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades (no atribuible a necesidades económicas evidentes).
- Excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores (no atribuible a la identificación con la cultura o la religión).
- Incapacidad para tirar los objetos gastados o inútles, incluso cuando no tienen un valor sentimental.
- Es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas.
- Adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras.
- Muestra rigidez y obstinación.
...al menos cuatro. Mmmmmm. Me pido los criterios: 1, 3, 6 y 8 (algunos que me conocen dirían que también el 2 y el 4). ¿Y vosotros?
El que esté libre de trastorno que tire la primera piedra.